Una creencia popular del mundo del baloncesto es que de vez en cuando algunos jugadores entran en racha y que cuando eso sucede lo mejor que pueden hacer sus compañeros de equipo es pasarle la pelota al afortunado tan pronto como les sea posible. En casi todos los libros de texto este fenómeno, conocido como “la mano caliente”, aparece como un ejemplo de superstición, fruto de nuestra tendencia a percibir patrones donde sólo hay ruido y azar. Sin embargo, también se han publicado estudios que defienden que la mano caliente es un fenómeno real que tiene lugar en terrenos tan diversos como el golf, los dardos o incluso las apuestas por internet. Los resultados de un ingenioso estudio de Juemin Xu y Nigel Harvey se decantan por esta segunda opción.
Estos autores solicitaron a una empresa de apuestas por internet que les facilitara los datos de una muestra de jugadores de diversos países. Gracias a ello pudieron obtener información sobre más de medio millón de apuestas realizadas por 776 jugadores. El análisis de estos datos muestra claramente que un jugador tiene más probabilidades de ganar cuantas más veces seguidas haya ganado anteriormente. Es decir, si el jugador ha ganado una vez, tiene más probabilidades de ganar una segunda vez. Si ha ganado dos veces, tiene más probabilidades de ganar una tercera. Y así sucesivamente.
Sin embargo, el mecanismo por el que esto sucede es totalmente paradójico. A medida que los participantes ganan más y más veces, empiezan a arriesgarse menos en sus apuestas. Es como si creyeran que cuantas más veces han ganado, tanto más probable es que su suerte cambie para peor. Esta creencia es lo que en la literatura psicológica se conoce como falacia del jugador. El ejemplo clásico sería el de una persona que cree erróneamente que después de tirar una moneda al aire cinco veces y obtener cinco caras consecutivas lo más probable es que la siguiente tirada salga cruz. Al parecer esto mismo es lo que creen quienes juegan a las apuestas: A medida que van ganando más y más veces consecutivas, empiezan a pensar que en la siguiente apuesta podrían perder, y por tanto cada vez hacen apuestas menos arriesgadas. El resultado es que como arriesgan menos, en realidad tienen más probabilidades de ganar. Y paradójicamente esto hace que cuantas más veces seguidas hayan ganado, más aumentan las probabilidades de que vuelvan a ganar en la siguiente apuesta.
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Xu, J., & Harvey, N. (2014). Carry on winning: The gambler’s fallacy creates hot hand effects in online gambling. Cognition, 131, 173-180.
Sobre este tema, me gustó este artículo: http://www.sloansportsconference.com/wp-content/uploads/2014/02/2014_SSAC_The-Hot-Hand-A-New-Approach.pdf.
Creo que no debemos confundir una mala interpretación del azar con un estado de concentración, flujo o como queramos llamarlo. Es decir, la (creencia de la) mano caliente de un jugador de jackpot no influye en absoluto en el resultado, mientras que sí lo hace en el caso de la actividad deportiva (en deportes tan fácilmente dados a las estadísticas como el baloncesto, cada jugador sabe cuántas ha tirado y cuántas ha fallado, y desde qué sitios más o menos).
Hola Txipi! Totalmente de acuerdo. La idea de que la hot hand era una mera ilusión estadística venía de unos artículos clásicos de Gilovich. Pero parece que se trata de un efecto real. Además del enlace que envías, hace algún tiempo se publicó otro en PLOS ONE que también confirmaba la existencia de la hot hand en baloncesto http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0024532 Es interesante el tema. Me pregunto cuánto tardarán los manuales de psicología en corregir las conclusiones de los estudios de Gilovich…
Pingback: Magapsine (17/03/2014) | dronte.es
Muy muy bueno e interesante. Con tu permiso, comparto.
Permitidísimo ;-)
Reblogueó esto en Le Bukowski.
Muy interesante! Habiendo jugado a baloncesto bastante tiempo es algo con lo que estoy familiarizado, pero lo que desconocía era el mismo efecto en el mundo de las apuestas.
No estaría mal un estudio que mida todo lo contrario, es decir, la “mano fría”. ¿Fallamos más si hemos fallado antes?
Hola Oscar! La gráfica del artículo sugiere que a medida que pierdes también decrece un poco la probabilidad de ganar en la siguiente tirada. Así que algo parecido a la “mano fría” parece que también está teniendo lugar. Pero, al menos visualmente, en la gráfica el efecto parece mucho más pequeño. Parece que ganar ayuda más de lo que perder perjudica. No sé si en el baloncesto también pasará lo mismo…