Hubo un tiempo en el que los psicólogos quisieron cambiar el mundo empezando por las escuelas. Mientras William James escribía sus populares Talks to teachers, Binet desarrollaba el primer gran test de inteligencia y Lightner Witmer creaba la psicología clínica, no para tratar casos de ansiedad y depresión, como hoy la conocemos, sino para ayudar a los niños con problemas de aprendizaje. A manos de Thorndike y Dewey la ciencia de Wundt, la ciencia de la mente, el aprendizaje y la memoria estaba llamada a revolucionar la sociedad desde las aulas. Un siglo después el mundo ha cambiado mucho, sí, pero las escuelas no tanto. En algún momento se perdieron el ímpetu y el entusiasmo. Los psicólogos del aprendizaje, la memoria y el pensamiento, enfundados en sus batas blancas, olvidaron que había un mundo real más allá del laboratorio. Y si quedaban psicólogos que quisieran cambiar el mundo, ya no miraban a los pupitres como línea de salida. En pleno siglo XXI, la psicología no es a la educación lo que la biología es a la medicina. Continúa leyendo en Psicoteca…