Pensar rápido, pensar despacio

Dicen que hay dos tipos de personas: las que creen que hay dos tipos de personas y las que no. El genial Daniel Kahneman es de los que cree que cada uno de nosotros somos dos tipos de persona. En su último libro, Pensar rápido, pensar despacio, nos invita a conocer a los dos individuos que habitan en nuestro interior, a los que siguiendo una reciente convención en psicología cognitiva nos presenta con los nombres de Sistema 1 y Sistema 2. Si alguien nos pregunta cuánto son 4 x 4, respondemos rápidamente, sin hacer el más mínimo esfuerzo. El Sistema 1 se ha hecho cargo de la tarea. Funciona de forma automática, sin requerir la intervención de la conciencia y por mecanismos puramente asociativos. Apenas podemos controlarlo o saber cómo hace su trabajo. Como por arte de magia, nos proporciona una respuesta al problema en cuestión. Pero a veces no se enciende la bombilla. Multiplicar 4 x 4 es una cosa. ¿Pero multiplicar 121 x 27? Aquí esa “intuición” permanece en silencio y no nos deja más remedio que pararnos a pensar con detenimiento o, directamente, a coger lápiz y papel. Ahora el Sistema 2 toma las riendas. Nos embarcarnos en un procesamiento más exigente, donde las ideas van siendo barajadas, descartadas, y manipuladas una a una en el foco de nuestra conciencia. No es sencillo, pero al final damos con la solución.

Aunque deleguemos muchas tareas sin importancia en el Sistema 1, nos gusta creer que para todo lo importante confiamos en el racional y cuidadoso Sistema 2. No en vano nos hemos bautizado como Homo sapiens. Pero si algo nos demuestran décadas de psicología cognitiva es que casi siempre es el Sistema 1 quien está al mando. Con frecuencia, decisiones cruciales como dónde invertir nuestro dinero, si comprar un seguro de vida y cuál, a quién votar en las próximas elecciones o a quién confiar la educación de nuestros hijos las terminamos afrontando en base a las tentadoras “soluciones” que nos brinda el Sistema 1. Muchas veces acierta. Pero a veces falla estrepitosamente.

La gran contribución de los investigadores de la toma de decisiones, entre quienes Daniel Kahneman y el difunto Amos Tversky brillan con luz propia, es precisamente haber descubierto muchos de los trucos que emplea el Sistema 1 para presentarnos una idea como válida. A menudo, el Sistema 1 no cuenta con la información o la destreza necesaria para responder a una pregunta concreta. Cuando eso sucede, se recurre a una pequeña trampa: se sustituye esa pregunta por otra similar pero más fácil de responder. ¿Subirán más las acciones de la compañía A o las de la compañía B? No lo sé, la verdad; pero lo que sí sé es que el anuncio de la primera es más divertido. Invertiré ahí mis ahorros. ¿Es más seguro viajar en coche o en avión? Pues mira, digan lo que digan las estadísticas, en un accidente aéreo no se salva nadie. Y así sucesivamente…

A lo largo de los años hemos ido descubriendo varios de estos trucos que utiliza el Sistema 1 para buscar soluciones plausibles a diversos problemas. Uno de los más habituales es calcular cómo de probable es un evento en función de lo fácil que sea pensar en ese evento. Este heurístico de la disponibilidad es el responsable, entre otras cosas, de que nos dé miedo viajar en avión simplemente porque nos resulta fácil recordar noticas de accidentes aéreos o porque es fácil formarse una imagen vívida del suceso. Otro “sospechoso habitual” es el llamado heurístico de la representatividad: si un objeto es muy representativo de una categoría, entonces damos por sentado que pertenece a esa categoría e ignoramos cualquier otra información que lo contradiga. Por ejemplo, si en una fiesta coincidimos con alguien a quien le gusta leer y que acaba de visitar la última exposición del museo local, es tentador dar por sentado que es de letras, aunque nos digan que el 80% de las personas que están en la fiesta son ingenieros.

Estos y otros heurísticos que se revisan en el excelente libro de Kahneman nos ayudan a entender muchos de los errores sistemáticos que cometemos en nuestros razonamientos cotidianos. Pensar rápido, pensar despacio es sin duda una de las mejores y más amenas introducciones al estudio de la irracionalidad humana.

9 thoughts on “Pensar rápido, pensar despacio

    • Bueno, para Tversky sí que es un poco tarde. Pero siempre se le pueden llevar flores…

  1. Buenísimos posts soy nueva aca, pero realmente me han gustado. y me desperto particular interes el libro del Dr. Kahneman

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