Si el 14 de Marzo pasas por Teruel y hace mucho frío, no pierdas la ocasión de pasarte por el salón de actos del vicerrectorado de la Universidad de Zaragoza. Estará caliente y además tendrás la oportunidad de escuchar una magnífica conferencia sobre la psicología de la irracionalidad humana a cargo de un servidor. (Bueno, sólo puedo garantizar que la charla será magnífica; lo de que esté calentito no está en mi mano. Veré qué puedo hacer.) La artífice del encuentro es la profesora Sonsoles Valdivia, que ha tenido la amabilidad de invitarme a colaborar en el III Ciclo de Conferencias en Psicología. Hablaremos de homeopatía, de placebos, de productos milagro, de la hipersensibilidad electromagnética, de por qué creemos en todo ello y de si es bueno o malo que así lo hagamos. Ahí es nada. Para despertar el gusanillo, aquí tenéis un pequeño resumen de lo que me propongo contar:
Uno de los pilares de la cultura occidental es la visión del ser humano como una criatura casi angelical, caracterizada fundamentalmente por la racionalidad y la inteligencia. Grandes sectores de la psicología cognitiva actual comparten esta fe en las capacidades humanas. Sin embargo, basta un vistazo a nuestro alrededor para comprobar lo poco racionales que son muchas de nuestras decisiones. Nuestro enorme desarrollo científico y tecnológico no impide que las pseudociencias campen a sus anchas en nuestra sociedad, con consecuencias dramáticas, a veces: las medicinas alternativas ganan terreno ante la medicina convencional, enfermedades casi extintas se convierten de nuevo en epidemias, empresarios sin escrúpulos se hacen de oro vendiendo productos milagro a gran escala… Afortunadamente, la investigación psicológica realizada en las últimas décadas nos permite empezar a entender cuáles son los mecanismos que subyacen a estas creencias supersticiosas. En la presente conferencia intentaré mostrar que estas ilusiones son el producto inevitable de nuestra tendencia a percibir patrones ordenados y con significado en el entorno. Cuando nos enfrentamos a situaciones ambiguas e inciertas, esta tendencia puede llevarnos detectar relaciones de causalidad que en realidad no existen y que son la base sobre la que se construyen muchas de nuestras supersticiones.