El ejemplar de Mujer hoy que acompaña a El Correo en su edición de esta mañana nos ofrece un ejemplo particularmente triste de cómo la ignorancia puede saltar de cabeza a cabeza, como una peste de piojos, utilizando los medios de comunicación como vector. En la página 68 nos encontramos con el artículo “Grandes hits de la homeopatía”, un pozo de sabiduría que nos revelará cómo acabar con el dolor de muelas, controlar nuestras emociones, prevenir las crisis de pánico o terminar con el resfriado común y la irritación nasal. ¿La solución? Un colorido botiquín de remedios homeopáticos, revestido de la cientificiosidad que proporcionan las cifras 7CH ó 15CH y los latinajos que disfrazan sus envoltorios; por un instante casi los hacen pasar por verdaderas medicinas ante los inocentes ojos del consumidor.
El reportaje sería una broma pesada y de mal gusto si se limitara a decir que 8 de cada 10 homeópatas recomiendan estas soluciones para tratar dolores puntuales o pequeñas afecciones del estado de ánimo. Sin embargo, el autor o autora, apenas puede dejar de espetar alusiones al concepto de “eficacia demostrada” a cada línea del texto. Leemos así afirmaciones como “sus efectos anti-inflamatorios están demostrados”, “si se combina con Gelsium, su efecto mejora notablemente”, “[es] extremadamente efectivo para tratar las angustias vinculadas a la anticipación de un suceso” y, este me encanta, “[es] hipereficaz contra todos los trastornos del sistema digestivo”.
El reportaje no ahorra tinta para expresar lo terriblemente efectivos que son estos potingues, libres de cualquier efecto secundario. Sin embargo, no he podido encontrar por ninguna parte alusión a diversos hechos como que a) los productos homeopáticos sólo contienen su excipiente (nunca tienen un componente activo; de hecho no tienen componentes del tipo que sea, salvo el excipiente), b) ninguno de los muchos y muy buenos meta-análisis realizados con los estudios disponibles muestra que la homeopatía tenga efecto alguno para el tratamiento de cualquier enfermedad o síntoma, más allá del efecto placebo, y c) es normal que así sea, porque para que la homeopatía funcionara, muchas de nuestras teorías físicas y químicas más firmemente establecidas deberían ser falsas.
Si los periodistas y los técnicos de la comunicación tuvieran que formular algo parecido a un juramento hipocrático antes de ejercer su profesión, se me ocurren pocas formas más efectivas de violarlo que publicar reportajes como éste. En la sociedad del conocimiento, los periodistas son un colectivo clave para que la información fluya hacia el ciudadano medio que por falta de tiempo, conocimientos o criterio no puede dedicarse a valorar críticamente cada idea que le llega. La responsabilidad que nos es dado exigir a estos profesionales corre pareja a la creciente importancia de su trabajo en nuestra sociedad. La mala praxis de un periodista que por ignorancia, dejadez o malicia desinforma a sus lectores es tan grave para la sociedad como la de un cirujano que extirpa órganos equivocados u olvida metros de gasas en el cuerpo de sus pacientes. Exigiríamos a estos últimos una compensación por los daños causados. ¿Cuándo empezaremos a hacer lo mismo con los primeros?
Apenas unos días después de aparecer este post, el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad ha publicado un informe http://www.mspsi.gob.es/novedades/docs/analisisSituacionTNatu.pdf en el que se reconoce que el principal efecto de la homeopatía es el efecto placebo (el texto no dice cuáles son los otros efectos ni si los hay). La noticia se ha discutido en innumerables blogs de divulgación científica. Si te interesa el tema, puedes consultar entre otros el post de Magonia http://blogs.elcorreo.com/magonia/2011/12/20/sanidad-admite-que-la-homeopatia-es-nada-pero-no-pasara-nada/, El retorno de los charlatanes http://charlatanes.blogspot.com/2011/12/pues-otra-vez-las-terapias-alternativas.html, o La lista de la vergüenza http://listadelaverguenza.blogspot.com/2011/12/los-colegios-de-farmaceuticos-y-la.html