Los valores neoliberales corrompen hasta en la escuela

En una sociedad que valora más el éxito personal que el bien común y que antepone el poder a la justicia no debería sorprendernos que los casos de corrupción llenen los titulares de los periódicos. Algunos estudios sugieren que la motivación de logro y la motivación de poder son la cara individual de lo que a nivel colectivo llamamos capitalismo o economía de libre mercado. Según parece, el grado en el que la política de un país está comprometida con el neoliberalismo correlaciona significativamente la importancia que sus ciudadanos dan al éxito y al poder. Un estudio reciente que Pulfrey y Butera acaban de publicar en Psychological Science muestra que estos mismos valores son un excelente predictor de la predisposición de un estudiante a hacer trampas en la universidad.

El primer estudio de Pulfrey y Butera es un análisis correlacional de los factores motivacionales que llevan a los estudiantes a justificar que se hagan trampas. Los resultados de este estudio indican que la importancia que cada estudiante da al éxito, predice hasta qué punto su motivación para estudiar es que los demás tengan buena impresión de él. Esto, a su vez, predice hasta qué punto le importa destacar sobre el resto de estudiantes. Finalmente, este afán de distinguirse de los demás correlaciona positivamente con la predisposición a tolerar que se hagan trampas al realizar trabajos académicos o exámenes.

El segundo estudio añade una manipulación experimental que ilustra la importancia del contexto en este proceso. Antes de rellenar los cuestionarios, la mitad de los participantes contempló un breve discurso en el que un premio Nobel de economía destacaba la importancia de la ambición, la influencia y el reconocimiento social. La otra mitad veía un discurso centrado en la trascendencia personal, la responsabilidad y la sabiduría. Los resultados muestran que sólo en el primer grupo se mantuvo la correlación entre auto-engrandecimiento y tolerancia a las trampas. En otras palabras, las personas que más valoran el logro y el poder también son las que más toleran las trampas en la universidad, pero sólo en contextos en los que esos valores son alentados.

El tercer estudio tiene un interés especial porque se midió, no la tolerancia a las trampas, sino el grado real en el que los participantes falseaban un ejercicio académico. En este caso se pidió a los estudiantes que realizaran una simple tarea en la que tenían que copiar una serie de figuras geométricas sin levantar el lápiz del papel y sin repetir ninguna línea. Aunque todos los ejercicios se parecían superficialmente, algunos de ellos podían resolverse pero otros no tenían solución: era imposible dibujar la figura sin hacer trampas. Sin embargo, al terminar el experimento resultaba que algunos estudiantes habían sido capaces de “resolver” todos los problemas, incluso aquellos que no tenían solución. Llegados a este punto, a nadie sorprenderá que el número de problemas imposibles que cada participante resolvía (haciendo trampas) correlaciona con la importancia que ese estudiante daba al éxito y al poder.

Los estudiantes de hoy serán los políticos y economistas del mañana. Salvo que nos replanteemos qué valores queremos transmitir a nuestros hijos y alumnos, posiblemente el futuro se acabará pareciendo sorprendentemente al peor de los presentes.

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Pulfrey, C., & Butera, F. (in press). Why neoliberal values of self-enhancement lead to cheating in higher education: A motivational account. Psychological Science. doi: 10.1177/0956797613487221